miércoles, 22 de noviembre de 2017

Hilos de Resistencia dieron inicio a La Novena Luna de Muestra de Cine y Video Wayuu

Con una sala totalmente llena y un circulo de reflexión para la armonización, la cual fue presidida en el escenario principal de La Cinemateca Distrital de Bogotá por las jóvenes Wayuu Lismari Machado, Luzbeidy Monterosa y Ediana Montiel, quienes retomaron los "Hilos de Resistencia", el cual es un mensaje inculcado por La Fuerza de Mujeres Wayuu Organización Miembro de La Red Pütchimaajana, para dejar reflexiones de unidad en los procesos, partiendo de la fortaleza de nuestros hilos y tejidos propios.
"...un hilo representa ser una persona, que si teje sola, es fácil de romper; pero si varios hilos se tejen y representan ser un cordón fuerte, será imposible de quebrantar..." - Karmen Ramírez Boscán - FMW - Vea el mensaje de La Fuerza de Mujeres Wayuu haciendo clic AQUÍ
La noche engalanada por la nutrida asistencia, pudo presenciar 2 producciones Wayuu como lo fueron Aventura en Majali de Eduar Uriana, así como también Ipotshiru de Miguel Iván Ramírez, para que posteriormente bajo la presentación del equipo que ha hecho posible Daupará en su Novena Luna - Renaciendo en Bakatá, con las palabras de apertura de La Comunicadora Indígena Diana Jembuel y el Realizador Audiovisual del Pueblo Nasa - Geodiel Chindicué, se dio paso a la proyección de la producción Ushui - La Luna y el Trueno, la cual fue presentada a viva voz de su Director Rafael Mojica, trazando de esta manera el sendero cinematográfico que los realizadores indígenas han traido hasta el 25 de noviembre al Territorio Ancestral de Bakatá / Bogotá.

lunes, 20 de noviembre de 2017

Escuela de Comunicaciones Wayuu presente con 8 producciones en Muestra de Cine Daupará


Nueve realizadores que hacen parte del proceso de La Red y La Escuela del Pueblo Wayuu, estarán haciendo presencia con 8 producciones  audiovisuales en La Muestra de Cine y Video Indígena Daupará que para este año 2017 llega a su novena versión y Renace en Bakatá.

El grupo que desde La Guajira Colombo Venezolana hace presencia e la ciudad capital agradeciendo el apoyo de La Dirección de Comunicaciones del Ministerio de Cultura, resalta las 8 obras que estarán siendo presentadas en diferentes salas de cine en la ciudad de Bogotá, buscan dar cuenta no solo de las vivencias comunitarias del pueblo wayuu, sino también la experiencia que ha venido desarrollando La Escuela de Comunicaciones del Pueblo Wayuu a lo largo de su recorrido por todo el territorio.

La Muestra de Cine y Vídeo Indígena Daupará en Colombia, en ocasión a sus nueve lunas, renace en Bakatá resignificándose desde el sentir ancestral del territorio Muisca. Da así una calurosa bienvenida a la Audiencia Daupará 2017, el martes 21 a la 1:00 p.m. hora en que inicia la exhibición audiovisual en la Cinemateca Distrital en la ciudad de Bogotá D.C., y en adelante todo el desarrollo de la programación; esperamos contar con grata participación en este noveno Ciclo, el cual tendrá una maratónica Muestra de 57 obras audiovisuales nacionales, y una Muestra Internacional de 16 obras teniendo como invitado especial al pueblo Maya de Guatemala.

Para mayor información les invitamos a estar pendientes de las redes sociales y la página web oficial del evento: http://daupara.org/

martes, 14 de noviembre de 2017

Escuela de Comunicaciones Wayuu culminó segundo ciclo formativo con propósitos firmes a futuro



Luego de un proceso que inició en el 2016 en La Comunidad de La Horqueta a orillas del Arroyo Bruno, lo cual trazó un sendero para recorrer 14 lugares diferentes del Territorio Wayuu, logró con una Yonna recibir honores de graduación a 22 jóvenes que durante 2 años se formaron en el empoderamiento de diferentes herramientas comunicacionales para ponerlas al servicio de su pueblo.

La Comunidad de Yawaka recibió alrededor de 200 personas convocadas por las organizaciones que hacen parte de La Red Pütchimaajana y de esta manera recibir Autoridades Tradicionales, líderes, padres de familia, hermanos y comunidad en general tanto de Colombia como de Venezuela, para compartir la sombra de enramadas con delegados de quienes apoyaron este proceso desde el Ministerio de Comunicaciones, APC Colombia, Cancillería y Unesco, quienes todos unidos presenciaron el acto que trasciende en positivas opiniones que demarcan un camino que les hace responsables a narrar el territorio y sus valores culturales desde las cámaras, grabadoras, computadores y la oralidad que se les inculcó desde un enfoque más humano a lo largo del recorrido.

La maña lluviosa del 11 de Noviembre que cubrió Riohacha, Maicao, Uribia y Manaure se interpretó como una bendición para dejar las huellas firmes sobre la tierra que dan fe de que el camino que se traza a futuro es prometedor para el proceso que se ha tejido desde La Red y La Escuela, siendo la Yonna con la que se aperturó el acto, una muestra de agradecimiento por lo provechoso que ha reflejado ser todo este andar.


En voz de Mayra Jayaliyu y Luis Fuenmayor – Comunicadores Indígenas de La Red, se direccionaron cada una de las actividades que se llevaron a cabo, siendo la presentación de cada grupo el paso seguido, en el que inicialmente en cabeza de Mileidys Polanco se presentaron los jóvenes de La Palabra – redacción y Fotografía, seguidos por Sailyn Fernandez en compañía de los jóvenes de Los Sonidos y Producción Radial, dejando por último a Leiqui Uliana quien acompañó el grupo de La Imagen y La Producción Audiovisual.


Entre las presentaciones jóvenes se destacaron durante sus intervenciones como lo la de Eduvilia Uliana, joven mujer que con finas y dulces palabras describió su emoción por sentir que este proceso le aporta a su vida un sueño hecho realidad, así como a Yelver Flórez una noción para hacer aportes significativos a las comunidades y a Jeiner Camargo un aliciente para creer en sí mismos con un enfoque que permita defender la tierra y los valores propios que dan identidad a los wayuu.


Olimpia Palmar, mujer wayuu que hace parte de la red presidió seguidamente una ronda de palabra muy representativa en la que entre sabedores, líderes representativos y palabreros, se dejaron mensajes concretos para el camino que se empieza a visionar, siendo una propuesta por ejemplo de Remedios Fajardo el establecer estrategias que permitan promover aún más el idioma wayuunaiki como más firme estrategia de resistencia, idea complementada en la intervención de Guillermo Ojeda Jayariyu, quien no solo afianza la importancia del idioma, sino de lo que decimos con nuestra palabra porque –“con la palabra podemos promover la paz o la guerra, por eso hay que saber qué hacer con la misma”, siendo esta unión de reflexiones un mensaje que generó acertada aceptación e ideas para desarrollar.


La sorpresiva visita del Gobernador (e) del Departamento de La Guajira – Weilder Guerra Curvelo, dejó como mensaje la importancia de formar comunicadores propios y la necesidad de generar espacios desde instancias departamentales que les permita el desarrollo de estrategias que hagan visibles aquellas historias que nacen del seno de La Comunidad, para lo cual dio su palabra en 2 acciones concretas, apoyar parte del equipo de La Red y La Escuela que próximamente asistirán a un evento de Cine Indígena en Bagotá, así como también dar prioridad en los planes que se ejecutaran el año entrante.


Como un reflejo del buen trabajo desempeñado, Mileidys Polanco, actual Directora Departamental de Cultura Juventud y Género invitó a una nueva ronda de palabra en la que Argemiro Cortés – Director de Comunicaciones del Ministerio de Cultura se le realzó su incondicional apoyo, considerándosele por este gesto ser “El Tío de La Escuela” - y en calidad de Tío resaltó que el éxito de este proceso ha sido la constancia y las buenas ideas, por lo cual felicitó cada paso plasmado, integrándose a este planteamiento voces como la de Soraya Bayuelo de Los Montes de María y Silsa Arias de La ONIC, quienes resaltaron la importante labor de formar comunicadores al servicio de la construcción de Paz en los territorios.


Un emotivo momento se guardó casi para el final en el que La Red de Comunicaciones del Pueblo Wayuu homenajeó a una hermana que vio nacer el proceso como uno de sus sueños. En voz de Nat Nat Iguarán, Mermis Fernández y Sailyn Fernández se dio paso a uno de los actos centrales como lo fué el denominar el camino que sigue de aquí en adelante como Escuela de Comunicaciones del Pueblo Wayuu – Jayariyu Farías Montiel, valiéndose del importante legado comunicacional que esta valerosa mujer dejó en millares de letras para narrar el territorio que amó siempre.


Aprovechando el emblemático momento se creó el Premio por La Motivación a las letras que narran el territorio, el cual fue entregado a Eduvilia Uliana por su dedicación y constancia en el encarnar el espíritu propuesto por La Escuela en el marco de su proceso formativo al interior del grupo de La Palabra, la escritura y la fotografía, ante lo cual la joven en medio de lagrimas expresó: -“No aguanto la emoción y es esta una razón más para continuar adelante con cada una de las enseñanzas que este camino me ha dejado”, agradeciendo además el ser entregado en presencia y mano de La Señora Dulcynea Montiel, madre de Jayariyu. 


La Abuela Pachishi que en medio de todo el escenario estuvo presente todo el tiempo y acompañada de 22 pachishi de menos tamaño, repartió en cada una de ellas y en manos de los graduandos, un puñado de tierra que recogió de cada uno de los lugares visitados, simbolizando asi la unidad que rompe la frontera impuesta por los estados y ante lo cual las comunicaciones busca jugar un rol fundamental que dinamice la hermandad y de procesos que deben ser direccionados a visibilizar lo que somos como pueblo.

En el recibir finalmente los diplomas y los sombreros que acompañaran sus pensamientos desde las montañas, los ríos, las lagunas, los desiertos y mares del Territorio Wayuu, se dio un brindis final en el que el mensaje final radica en que a partir del año entrante y luego de 2 ciclos formativos llevados a cabo, hay un semillero formativo listo a contar lo que no se cuenta, a investigar lo que hace falta, a dejar de lado lo urgente y dedicarse a lo importante, en el que se hace valer la palabra y el espíritu por defender la madre tierra la escencia con la que se trabajará de aquí en adelante.



Una nueva pachishi recibió la arena de Yawaka, por ende los caminos están abiertos para este proceso.

domingo, 29 de octubre de 2017

La partera wayuu, que se formó de lapu (Sueño)


La partera wayuu, que se formó de lapu (Sueño)
Tu Wayuu Atujakat,  Eemeinja Junainje Lapu

Por: Eduvilia Uriana, Wayuu del clan Uliiana
Escuela de Comunicación   del Pueblo Wayuu

En 1978, en horas de la noche, Adriana tenía 16 Años de edad, se encontraba con Rosalba, su hermana mayor, estaba con dolores de Gestación, que, sin contar con ninguna ayuda, le pidió el favor a   su hermana menor, que la ayudara a componer su barriga, porque ella sintió que su bebe estaba en mal posición, que no le permitió dar a luz a tiempo.

Adriana, wayuu de clan uliiana, era una adolescente que no sabía nada de parto, solo se encontraba acompañando a su hermana, “yo estaba con mi hermana, estaba con dolores, y yo no sabía que hacer al verla, estaba nerviosa cuando ella me dijo que la ayudara, yo era una jovencita, pulataa maa talee, punaata maa, (componedme la barriga, tócame)”, con sus nervios y temor, hizo lo que la hermana le indico.

Nervios y temor, eran los que acompañaban a Adriana en su momento de realizar su primera labor   como partera, “sentí mucho miedo, porque jamás en mi vida lo había hecho, yo decía que tal si mato al bebe de mi hermana, y ella me decía, tranquila solo hazlo,”, sin ninguna experiencia, tampoco practicas con algunas de sus juguetes, solo con conocimiento de las conversaciones de su madre, acerca del parto en sus propias casas.

Adriana en su infancia, como cualquier niña curiosa, escuchaba las conversaciones de su madre, cuando hablaba de las realizaciones de los partos con sus otras hermanas, “que será eso, como es eso, de que tanto habla ella, eran mis palabras cuando a escondidas escuchaba a mama, estaba chiquita si recuerdo bien, cuando tenía por ahí como los ochos o nueve años”.

Sus padres en algunas temporadas de invierno se iban a la sierra a cultivar, y ella se quedaba en compañía de sus hermanas mayores, a cuidar de sus sobrinas y sobrinos.

Con el tiempo Adriana se convierte poco a poco en ser mujer wayuu, cuando por las madrugadas, empezó a soñar, “todas las madrugadas una señora ya muy viejita, me dice, tu sabes hacerlo, tienes que continuar haciéndolo, tu naciste para esto, hazlo lo que te digo, yo le respondía, tengo miedo, no puedo, y ella me decía, solo hazlo”, y así se convierte en la partera de su familia, comunicándose cada madrugada con su desconocida instructora través de lapu (sueño).

Años después, Rosalba su hermana mayor soñó, “mi hermana me dijo que ella en su sueño una señora viejita le dijo, que yo tengo que cobrar un valor de veinte mil pesos por mi labor de componer barriga, y atender partos, la señora le dijo mostrando el billete, y si ella no lo cumpla la perjudicada será ella, así me dijo mi hermana,”.

Adriana con  el tiempo es la partera de su familia, atendiendo   tres, cuatro  embarazos al mes,  dándoles  seguimiento hasta el parto,“ yo recibo  alas que me buscan para atenderlas, y les digo el valor que me asigno mi instructora,  dependiendo las cantidades de  embarazos, atendiéndolos hasta que paren, para que el hijo nazca de la mejor manera, tocando  las barrigas,  componiéndoles por si están en mal estado, mmmmm  recuerdo que yo no le decía a nadie que soy partera gracias a mis ancestros, solo la gente  veían el gran trabajo que desarrollo” .

Lapu (sueño), luego de que la visitaba constantemente, de vez en cuando, se comunica con ella, manifestándole su inconformidad por el pago de las pacientes wayuu, “ella me decía, porque lo haces gratis, tú tienes que  recibir algo a cambio, tú también mereces tomar café por lo que haces”, eran las palabras de su instructora al no cobrar en algunas ocasiones, porque también Adriana manifestó que lo hace por solidaridad a   la gente que lo necesita.

El nombre de Adriana como partera wayuu experta, se fue expandiendo en toda enramada de las mujeres, como si fuera el viento que lo llevara a cada oído de su territorio, en la que en el año 1995, una mujer wayuu la visito para hacer su trabajo, “yo estaba enferma, con dolores en los cuerpos, los brazos, las piernas, con fiebre, y la señora me dijo que su sobrina estaba muy mal, que no podía parir”, estando enferma, se fue donde su paciente, encontrándola de muy  mal estado.

“L a mujer estaba muy mal, gritaba y gritaba, estaba de pie, y la mama me dijo, ni que tu fueras un Dios, para que la vas hacer parir ahora, nada la voy a mirar le dije, la mujer tenía la criatura atravesado en su vientre, estaba cruzado con su vientre, la agarre la compuse el niño y ella lloraba diciéndome ayúdame que me voy a morir, puse al niño de cabeza abajo desde su barriga y a los cinco minutos dio a luz”.

 En 2002, en el municipio de distracción atendió una aliijuna, donde le concedió medio saco de guineo, y entre muchas mujeres que se le perdió la cuenta “jajajajaj atendí a muchos, hay unos que me pagan y otros no, y cuando es así me enfermo de dolores en los cuerpos”, Adriana con su delicada voz, sus manos llenos de fuerza y pureza, fortalece su Don de sapiencia, cada despertar.

Sobrinas, hermanas, nietas y sus tres hijas, han  sido los pacientes durante más de treinta años en su territorio, y esos nietos que agarraba desde el vientre de sus madres, son saludables, sin ninguna complicación y hoy en día, también son sus Estudiantes, Adriana con sus 55 Años de edad, se define como  mujer real, hija de lapu, que le ha heredado la formación más rica   de su vida, desde hace 15 años, es madre comunitaria de Doce niños, de cero a cinco años de edad, del resguardo de Mayabangloma, “a mí me gusta mi trabajo, cantar, enseñar a los niños, estoy feliz con ellos,”.

Adriana desde su ser como partera, su realidad que vive como partera, también es como un cuento para ella “yo les cuento a los niños lo que hago aparte de que los cuido, y ellos se ríen mucho, y después ellos dicen, abuela tu agarras bebes pequeños, tú me agarraste también cuando era chiquito, y yo les digo a todos los toques”.

Las cesarías realizados por los médicos occidentales, los procesos que hacen para los partos, hacen que las mayorías de las mujeres wayuu, cierren los ojos ante el profesionalismo de una partera como Adriana, “los aliijuna ganan plata en cortar   la barriga de las mujeres, y después ellas sufren de dolores, mientras que aquí en nuestra cultura no sufrimos, somos tratados con plantas medicinales, eso no está bien que nos corten”.


Adriana desde su vivienda de barro amarillenta, tomando café caliente por las mañanas, atendiendo Asus estudiantes contando nuevas historias, siempre está preparada, activa desde su chinchorro en horas de la noche, para atender en cualquier momento, componer barriga para Dar a luz a tiempo. 

RADIO: Escuchemos la experiencia de La Escuela en Manaure

RADIO: Escuchemos la experiencia de La Escuela en Manaure



Pequeños emprendedores de Manaure


Mousayunnu sünain ayatalin / Los pequeños emprendedores de Manaure

Por: Eduvilia Uriana Wayuu del Clan Uliiana
Escuela de Comunicación del Pueblo Wayuu 

Recorren cada tarde las playas de Manaure, más que hermanos son  amigos, siempre van juntos, así como comparten sus sonrisas  también comparten su emprendimiento organizacional, que les permite apoderarse del servicio de guías turísticos, ellos son Rambo, Conejito Manuel Santos,  Oconer  y León, desde hace cinco años, llegaron a marcar sus nombres sobre el pueblo.

León es sobrino de Rambo, Oconer y Conejito son hermanos, y desde muy pequeños se unieron para ser grandes amigos, cuando comenzaron a awairaijaa (pasear) como ellos lo dicen, por las playas de Manaure, “ aquí vamos  a  caminar, pasear, y a jugar, nuestros padres no dicen nada porque ellos saben que estamos aquí y no estamos haciendo nada   malo”.

El trabajo de los niños se intensifica con el calor que caracteriza estas tierras, van caminando por cada rincón de los sitios más visitado por los turistas como  Manaure Abajo, Las Playas, Las Charcas  y  La Pila de la Sal,  se conocen con la gente, interactúan, conversan  con los visitantes y  ganan  su amabilidad, se ofrecen a mostrar los lugares donde puedan alojarse. “fue idea de nosotros mismo, ponernos como guía de los turistas, y le cobramos entre vente mil pesos a   dos mil”.

Estos emprendedores, no sólo acompañan a turistas a conocer  a su pueblo Akualü (Manaure),  también buscan embellecer las playas  recogiendo manualmente la basura, por lo que algunos turistas y dueños de negocios le retribuyen con monedas de mil pesos o billetes de dos mil pesos, “esto para  nosotros es como un juego”. Muchos  los confunden, que son niños traviesos o mendigos.

Al bajar el sol, y a la entrada de la noche, se reúnen en sus casas para dibujar, les encanta pintar sobre papel, ellos no se consideran pintores  pero sus manos hablan  por sí sola, “con la plata que ganamos compramos lápiz y hojas, y dibujamos cuando estamos en casa, compramos pirinola, y permanecemos aquí  a  caminar”.

En sus casas, llegan a reunirse y planificar sus tareas para el día siguiente, ellos estudian en la institución  educativa Urbana  mixta # 1  Sede Santa Rita  de Manaure, donde  comparten  con sus compañeros   sus lápices  y cuadernos, allí son conocidos por sus verdaderos nombres :  Alberto, Jorge, Brayan y Carlos.

Su emprendimiento lo armonizan con el   Béisbol, una actividad deportiva que nos los aleja del mar, “nosotros no nos  dejamos pisotear de nadie, nos defendemos y nos hacemos respetar porque somos los capos  del mar, somos los mejores”.

Sus padres y abuelos  con quienes viven, trabajan constantemente  en oficios varios, en el centro del municipio de Manaure,  mientras que  ellos, aprovechan al máximo  su tiempo.  La idea se concretó hace un año, con sus once y doce  años de edad,  defiende su posición que son   guías de  turistas, un planteamiento  que les permite satisfacer  su intención de emprender y servir pueblo.

El talento de estos niños les permite  dibujar retratos de Alijuna y Wayuu que coinciden con ellos en las playas de Manaure, “nos gusta mucho  dibujar, te puedo dibujar tal como eres”, palabras de Brayan, que con sus manos y uñitas llenos de arenas blancas de la playa, dibujaba una wayuu en manta.

Los capos de la playa, como se hacen llamar ,  han participado en deportivos de  Béisbol, en el municipio de  Fonseca,  con  el apoyo  de su profesor Estefan  Borelys,  de la secretaria de Educación, “nuestro sueños es  ser Beisbolista, porque es muy bueno, y nuestras  manos son muy fuertes”, también aspiran crear una agencia que preste más servicios al turista.

Los pequeños emprendedores, son la única iniciativa de guías turísticas que se ha gestado en el corredor  de Manaure. Aunque pequeños prestan grandes servicios a los extranjeros que se animan a conocer a Aküalu.

Yo era mi propia jefe, la sal que yo sacaba era mío no de otros

“Laulasü taya tamuiwa, tü ichii takochiraka tamüinsü”
“Yo era mi propia jefe, la sal que yo sacaba era mío no de otros”

Por, Ángel Bilches González, wayuu Wouliyuu / Escuela de comunicaciones del pueblo wayuu

El sexo femenino es relacionado comúnmente con trabajos delicados y sutiles. En Manaure, cientos de mujeres dedicaron su juventud a recolectar artesanalmente la  sal de las charcas, con este trabajo contraponen esta  posición y reafirman que la necesidad hace que los trabajos de fuerza  también sean de mujeres. Ángela Pushaina es una de esas mujeres wayuu, a los ochenta años cuenta que  apunta de pala propagó la callosidad en sus manos, para poder generar su propio  progreso y la de su familia.
Llegó a Aküalu, Manaure La Guajira, por recomendaciones de otras  personas, que le ofertaron un campo laboran estable y lucrativo. Se referían a la alta ganancia por la producción de la venta de sal, un mineral blanco que abunda en la naturaleza en forma de grandes masas solidas o  disueltas en el agua del mar.

P. ¿Dentro de un trabajo rudo como este, como es el papel de la mujer en esta profesión?
A. Para sacar sal hay que tener fuerza, resistencia eso es pesado, cargábamos los sacos porque no había máquina, sacábamos la fuerza por nosotras y por nuestras familias. La gran mayoría éramos mujeres, y me gustaba mi trabajo, mi padre no quería que yo trabajara porque me decía que mejor era pastorear.  Mi familia me decía que porque iba lejos para trabajar que me podían enamorar los alijunas, y perderme, yo les decía que estaban errados. No iba en busca de novio, sino de trabajo. Les manifestaba que yo era feliz y lo demostraba cuando llegaba a  mi casa con compras y ellos se ponían felices. Me daba felicidad verlos contentos.

P. ¿Cómo era el proceso del intercambio de sal por dinero?
A. La sal nos los compraban los  alijunas extranjeros, en ese entonces nos compraban a cien pesos el saco, luego llego a mil  pesos cuando deje de trabajar, tenía más valor los billetes en esa época. Una vaca valía 100 pesos. No sé hablar español ni lo entiendo pero eso no fue impedimento para mí. Por intuición no dejaba que me robaran, pero tuve muchas complicaciones por no saberlo, me criticaban que porque trabajaba si no sabía hablar español. Llegaban muchas personas a  comprarnos.

P. ¿Cómo era la organización?
A. Yo era mi propia jefe, la sal que yo sacaba era mío, no de otros, Yo contrate varias personas que les pagaba por empacar y llenar los sacos, también les ayudaba a ellos para que acabaran más rápido. Para que se pudieran ir temprano a descansar.  Yo dormía con una amiga que también trabajaba conmigo porque era de mí mismo clan,  trataba con todos pero más con los Pushaina, los veía como mi familia. Me daban refugio. No teníamos límite de horas ni días éramos libres. Cada quien sacaba su producción para cada uno.

P. ¿Usted cree que es más viable vender sal que artesanías wayuu, que  fácilmente se puede elaborar en casa?
A. Es mejor vender  sal, porque se gana más, que vendiendo y tejiendo  mochilas, en un momento puedo conseguir mucha plata. Vendí mochilas pero ya no veo casi, y deje de hacerlo hace un año. Pero no es lo mismo. Nos sentimos triste porque se haya acabado el trabajo de la  charca, gracias a eso tuve para los gastos del colegio para mis hijos, porque no vivo con el padre de mis hijos. Muchos se beneficiaron con esta labor. Nadie quería venirse conmigo para trabajar, preferían quedarse tejiendo o pastoreando.

P. ¿Usted que hacía con  la ganancia, en que lo invirtió?
A. Compraba animales, es la riqueza del wayuu. Eso me decía siempre mi papa, me quedo impregnado en la mente. Presentía que se iba a acabar algún día mi trabajo, por eso compre mis ovejos, mis rebaños para que no pudiéramos pasar necesidades, todo eso está en mi ranchería Itaka vía Maicao a Riohacha.  No podía cuidar de mis animales, necesitaba trabajar no me podía quedar quieta, de eso vivíamos y ponía personas encargados, vecinos. De recompensa les traía comida, ropa, utensilios y más cosas por agradecimiento. Con la plata que me ganaba iba a Venezuela a comprar mercancías y los vendía en Manaure. Tengo 4 hijos, 3 mujeres y 1 hombre, mis hermanas viven en la ranchería , siempre voy a visitarlas.

P. ¿Qué pensaba sus hijos, respecto a su trabajo?
A. Nunca se avergonzaron, a mis hijos desde niños les enseñé como se hacía, para que me pudieran ayudar y así fue. Eso fue cuando había donde explotar la sal,  les decía a mis hijos no se olviden de sus raíces, aunque estemos en un pueblo no olvidemos lo propio, las mismas palabras de mi padre lo transmitía a ellos.  Ahora vivo bien, mis  hijos me dan todo tienen sus profesiones gracias a mi lucha por sacarlos adelante, gracias a la sal. Soy feliz no me arrepiento de haber hecho un trabajo para hombre.

Ángela Pushaina, divide su historia y la del pueblo de Manaure en dos, la de su trabajo en la charca y las diversas actividades comerciales que le tocó después del proceso de industrialización de las charcas.

María M. Aguilera Díaz, en el documentos de trabajo sobre economia regional titulado salinas de manaure: tradición wayuú y modernización,  publicado por el Banco de la Republica en el año 2003, afirma que  “La explotación de la sal marina a nivel industrial se hace en Manaure desde los años cuarenta. Allí se produce actualmente el 65% de la sal que se consume en el país. Su infraestructura productiva se extiende en 4 mil hectáreas con una capacidad para producir un millón de toneladas al año, pero se utiliza sólo en el 35% de esa capacidad productiva“.

El testimonio  de Ángela Pushaina es el eco de la satisfacción de haber vivido y aprovechado la oportunidad de oro que la naturaleza le ofreció a los wayuu.  La era de la sal,  esa época cuando los wayuu sin cédula, sin español, sin autoridades  y  sin jefes podían recolectar y comercializar  libremente el preciado material blanco que brota de las aguas del mar.

Eküna anainjer tu serueza - De la cerveza también se come


“Eküna anainjer tu serueza” “De la cerveza también se come”

Por, Paola Vangrieken, Wayuu Uliiana/Escuela de comunicaciones del pueblo wayuu

Un problema familiar lo trajo hasta Manaure, él tenía tres años y era  1985 cuando comenzó su vida en lo que el después trataría como su pueblo natal. Daniel Robles es el menor de 11 hermanos y desde muy joven aprendió defenderse con diferentes trabajos.
 Estudió hasta noveno grado, y según él esa es la razón por la que hoy vende cerveza, “para ser aseador exigen  que tenga un curso, si solamente es bachiller no le dan el trabajo, tiene que tener un título o un cartón donde diga que  es un tecnólogo y así pueden trabajar en cualquier lado”.
Daniel Robles, como muchos de los indígenas que no terminaron su bachillerato, ha explorado un sinfín de trabajos informales, “yo siempre he trabajo en oficios varios cualquier cosa que siempre salía por allí siempre me le media y también tuve la oportunidad de trabajar en una expresa por unos meses pero era por contrato”.
El 1994 con 22 años, decidió ser su propio jefe, compró unas cajas de cerveza las enfrió e inauguró su propio local “lo que me impulsó a poner este negocio fueron las necesidades que pasé, dije porque no trabajar en esto si también es un trabajo normal, de la cerveza también se come y me permite sostener a mi familia”.
A los pocos años el negocio creció, ya no era él sólo, se había convertido en una fuente de trabajo para otras 3 personas “me ayudan con la cuestión de atender a los clientes quien nos visita diariamente en este negocio. Soy el encargado de administrar y estar pendiente de lo que hace falta. Diariamente se compra 20 canasta de cerveza para que quede para el fin de semana hay días que son buenos y hay días que son malos que casi no se vende nada”
“Sé que para conseguir un trabajo es difícil hay que tener una buena palanca porque no es fácil de conseguirlo, las   cerveza se las compro a mis amigos por cantidad quien me los vende por menos precio en el municipio de Uribía cerca de Manaure”, este wayuu, consiguió en la venta de cerveza un trabajo con que mantener a su familia y le brinda la oportunidad de trabajar  a otras personas.
Daniel, es consciente de los riesgos que tiene el negocio que emprende. Por eso lo  continua ampliando, desde hace pocos años también sirve almuerzos y gaseosas.
En medio de la música recibe a sus clientes, a los más  jóvenes les aconseja que estudien “les doy mi testimonio, y les digo que en mis tiempo había menos programas y ayudas, los pobres no teníamos plata para ir al colegio, que aprovechen las oportunidades que les dan, que la  juventud es muy bonita”

En el 2017 ya cumplió 45 años y habla como si su juventud hubiera pasado hace mucho tiempo,  es la experiencia y el sacrificio que lo acreditaron de un gran cúmulo de madurez, por las mañanas. Siempre está sonriente y  maneja su negocio como si fuera un municipio pequeño, está pendiente de los deberes , de las necesidades, de los mercados a explorar, de las esperanzas y de las ilusiones de crecer. 

Katiana Pushaina - Vendedora de Carbón


“Tayoutuin nayatain tachonyuu, tachekuin nekirajain karalouta”/ “Yo no quiero que mis hijos trabajen porque quiero que ellos estudien”

Por: Emma Saurith Wayuu Uraliyuu/ Escuela de Comunicaciones del pueblo Wayuu

En la cultura wayuu, la  familia es matrilineal, la madre es de quien se  hereda el clan. La familia paterna es familia  secundaria.  Es por eso que diariamente en La Guajira, Departamento de Colombia habitado en su mayoría por indígenas de este pueblo, se ve la creatividad comercial de las mujeres wayuu como una lucha para garantizar el bienestar de sus hijos, que establece  la extensión de su clan.

En Manaure, municipio salinero ubicado al Norte de este departamento, junto con los primeros rayos del sol, sale  Katiana Pushaina Jusayu en una bicicleta desde Ishashimana hasta el centro poblado, un recorrido de 20 minutos para trabajar y  comercializar carbón. Tiene tres hijos, uno de 7, de 3 y  2 años, es una mujer wayuu que le gusta trabajar. No habla español  y nunca fue al colegio.

Katiana a sus 24 años tiene 2 trabajos,  y sus días comienzan a las 4:00 de la mañana, sus horas de descanso son pocas, está casada y su esposo es quien cuida de sus hijos y de la casa.

P. ¿­­­­­Cómo es tu trabajo?
K. Yo me levanto a las 4 de la mañana a vender carbón en el mercado, llevo siempre 5 bultos pequeños en mi bicicleta, luego que termino de venderlo voy a una casa donde trabajo como domestica allí entro a las 7 .

P. ¿Cuántos palos quema a la semana­­­­ para hacer el carbón? ¿Este fogón lo arman en un lugar específico­­­­­?
K. Para un fogón pequeño, se necesita cortar de 6 a 7 palos de trupillos, la cantidad que necesitamos cortar depende del grueso del palo, lo dejo 1 o 4 días para que se seque bien cuando este cocinando estos árboles que picamos lo dejamos por la mitad para que vuelvan a crecer otra vez porque nosotros no los sembramos ellos mismo retoñan.
El fogón lo hacemos donde cortemos los palos para poder picarlos y recogerlos, ahí mismo armamos el fogón y ahí mismo lo quemamos le colocamos alrededor paja o tuna y sobre ella echamos cactus para que se cocinen bien y el humo se concentre sobre el carbón.

P. ¿­­­­cuánto dura este proceso?
K. Buscando los palos y cortándolos de 4 a 5 días,  armando el fogón y quemándolo duro 1 día y quemándolo 3 días.

P. ¿­­­­­cuáles son las herramientas de trabajo?
K. La pala, hacha y machete.

P. ¿En cuánto lo venden­­­­­?
K.El bulto pequeño lo vendo en tres mil y bulto grande en doce mil, que es 4 veces de lo que trae el bulto pequeño, de cada saco me gano mil  pesos y mi sobrino el resto porque él es el que hace el trabajo pesado

P. ¿Qué hace usted para que sus hijos aprendan de este oficio­­­­­?
K. Yo no les enseño porque el wayuu aprende viendo, yo no quiero que mis hijos trabajen porque quiero que ellos estudien.

P. ¿­­­­­De quien aprendió este oficio?
K. Lo aprendí de mi papa, él siempre ha hecho carbón y yo siempre lo ayudaba. Desde este año trabajo con mi sobrino, él es el hijo mayor y  tiene 4 hermanos, se salió de la escuela para hacer carbón y así ayudar a su mama para la comida.

P. ¿Su esposo a que se dedica­­­­­?
K. El también hace carbón, pero ahora como yo trabajo se dedica a cuidar a los niños y a cocinar, yo trabajo porque al hombre no le rinde tanto el trabajo como a la mujer, yo gano más que cuando mi esposo trabajaba con el carbón. Él se dedica a la casa, nos cambiamos los papeles, no porque yo quise si no por la situación, de alguna forma tenemos que comer por eso tengo 2 trabajos.

P.   ¿Quiénes les compran?
K. Los que más me compran son los restaurantes y los que fritan en las playas, siempre me pongo en el mercado a vender y en la casa de familia donde trabajo mis patrones me compran cuando se acaba el gas.

P. ¿cuál trabajo le gusta más­­­­­?
K. Los dos porque de ellos me beneficio y comen mis hijos.

Katiana, es una de las miles de  mujeres wayuu, que se aferra a  una  lucha por el sustento de sus hijos, es una mujer que con fuerza y creatividad lleva lo que se va a servir en la mesa de la casa, avala la educación de sus hijos y sueña con una Guajira mejor. Confía que con su esfuerzo facilita el trabajo de otros para entre todos mover a Manaure.  

martes, 10 de octubre de 2017

Jóvenes Wayuu finalistas en Festival de Cine Smart Films en Bogotá


Con sus mantas, guaireñas, mochilas y sombreros totalmente listos para montarse en el transmilenio que les llevará hasta el Teatro Cafam - Bellas Artes en Bogotá, lugar donde se estará llevando a cabo el evento donde se presentará su trabajo Lapü - cortometraje de ficción con el que estan entre los finalistas del Festival de Cine Smart Films.
Los jóvenes que hacen parte de los procesos que adelantan La Red y La Escuela de Comunicación Wayuu, en cabeza de Lismary Machado como Directora, acompañada de Marbel Vanegas, Eduar Uriana y Yelver Florez como del equipo de producción, conociendo a través de redes sociales de la existencia de Samart Films, decidieron tomar los celulares que tenia a su mano, tal como lo convoca el festival, ante lo cual Lapü - es una historia que refleja la importancia espiritual de los sueños para el pueblo wayuu.
La premiación es el próximo 12 de octubre y hasta entonces estos emprendedores jóvenes estarán disfrutando de diversas programaciones y talleres que ofrece el festival, esto mientras ansían desde sus sueños este premio les sea otorgado, lo cual representaría ser un gran paso para fortalecer lo que sueñan mientras duermen y despiertos... ser unos grandes cineastas.
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Los jóvenes agradecen especialmente a La Organización Nacional Indígena de Colombia - ONIC, por hacer posible su presencia en Bogotá y así poder asistir al evento.

miércoles, 4 de octubre de 2017

Equipo de Comunicación Rural OPDS y Escuela de Comunicación intercambian saberes para fortalecer procesos

La presente experiencia cuenta con el apoyo y respaldo
de La Dirección de Comunicaciones del Ministerio de Cultura.

La Escuela de Comunicacciones del Pueblo Wayuu durante su visita al Municipio de Manaure, tuvo la oportunidad de recibir y ser acompañado por el proceso de La Corporación de Desarrollo Solidario y su Equipo de Comunicación Rural OPDS, con el fin de hacer un intercambio de saberes y conocimientos para el fortalecimiento de alianzas que tejan procesos en La Región Caribe.

OPDS - sigla con la que se conoce el proceso que vino desde Los Montes de María, hizo presencia en territorio wayuu con la intención de hacer valer todas las similitudes que se tienen en ambos procesos, en el cual prima la defensa de la tierra como estrategia primordial para garantizar la autonomía en diferentes procesos, para lo cual las herramientas de comunicación entran a ser un actor político que posiciona y promueve el pensamiento propio de Campesinos, Afros e Indígenas, para lo cual desde la propuesta emprendida desde La Red y Escuela de Comunicaciones Wayuu, es de suma importancia entender de cerca para el entendimiento mutuo.

Esta jornada de intercambio es una cuarta etapa de diferentes encuentros que se vienen tejiendo de unos años atrás, para los cuales sus principales actores vienen siendo las juventudes que empiezan a encontrar en estos encuentros una plataforma idónea para ir pensando y actuando sobre el territorio caribe que queremos ver y vivir en la era del pos acuerdo, etapa histórica de la vida colombiana para la que se tejen desde el sentimiento de la tierra, grandes propuestas.

martes, 3 de octubre de 2017

Manaure y su diversa economía

Wayuu de todas las comunidades aledañas a Akualu - Manaure, se dan cita a diario en su casco urbano para vender de todo: camarones, carbón, pescado, mochilas, guaireñas, chinchorros, sombreros, plantas medicinales, chivos, platos tipicos, cerveza, agua, gaseosa.
Trabajan en carritos intermunicipales, camionetas que salen para la alta guajira, hay llanteros, mecánicos y ciclotaxistas. Estas entre muchas mas actividades, evidencian que en Manaure se puede hacer mucho mas que tan solo dividirse social y familiarmente por el negocio de la sal.
La Escuela de Comunicaciones Wayuu visitó Manaure por segunda vez, buscando en esta ocasión esculcar nuevas historias que dieran cuenta de su diversa economía y la importancia que desempeñan en el día a día, para lo cual rescatar de la cotidianidad diferentes personajes e historias de vida que representan ser engranaje esencial en la sociedad manaurera.
En cada esquina y cada calle, Manaure cuenta con gente que "se la suda a diario" para resolver el sustento de sus hogares, para lo cual, muchas de las personas entrevistadas y tenidas en cuenta, sostenian dentro de su relato el recuerdo de haber vivido en un territorio prospero gracias al negocio de la sal, sin embargo se percibe en el ambiente un sin sabor por ver que ya hoy esto no les pertenece por completo y de ahi se deriva la diversa economía en la que se encuentra.
Sin embargo y aunque le da para vivir a muchas familias, la informalidad y la falta de oportunidades se reflejan por todas partes, ante lo cual de manera permanente se plantean como encontrar caminos de oportunidades que representen una Manaure sostenible y próspera en el apoyo continúo y estructural de diversas practicas comerciales que nacen desde los valores culturales wayuu y que están llamadas a fortalecerse para dinamizar el mejoramiento de las realidades que hoy aquejan el municipio como falta de agua y desnutrición.
Se lleva la escuela de su visita a Manaure entonces, una decena de historias que reflejan la Manaure pujante que caracteriza a su gente, pero que a la vez espera paciente por un futuro mejor que sienten les pertenece.

domingo, 24 de septiembre de 2017

Anerü tain, talapajapa naü - Mi paz es tener un lugar donde derramar mis lágrimas


Por, Eduvilia Uliana, Wayuu Uliiana/Escuela de comunicaciones del pueblo wayuu

En una tarde del mes de octubre del año 1997, unos desconocidos perturbaron la tranquilidad de Antonia Iipuana y de sus cinco hijas. Los desconocidos preguntaron por  Wilmer, su único hijo varón el cual tenía 18 años. Esa tarde comenzaron los temores de la familia que al amanecer se convirtieron  en preocupaciones y kasachiki (sucesos trágicos).

“Wilmer se alistó muy rápido y salió de la casa, se puso sus  botas de trabajar  en el cultivo y se fue. No quiso comer, era a las  8 de la mañana”. Antonia recuerda que ese día salió con la comida caliente para brindarle a Wilmer, pero él se fue afanado como si alguna fuerza superior  a su voluntad lo estuviera llamando.  A su madre aun le duele que no se haya despedido pero más le duele no saber de él desde aquel día… esa mañana desapareció.  - “Pareciera que un fuerte viento lo llevó a un lugar sin salidas”.

Su madre  Antonia lo espera y aún lo tiene presente en sus miedos y alegrías. A sus  70 años quiere encontrar el  cadáver para darle sepultura, para por lo  menos  tener un lugar donde derramar sus lágrimas. - “Yo decía entre mis llantos, clamando que me devuelvan a mi hijo, los Ko´ii (paracos) eran los únicos que rodeaban muy cerca de la casa, lloro todo el tiempo,  preguntándome  ¿qué le hicieron a mi hijo?”, - una pregunta que se hacen más de 84 mil familias colombianas, mientras buscan a sus desaparecidos.

Wilmer se convirtió en un número más de las cifras de desaparecidos del conflicto armado colombiano. En la sierra de Uuchou, por el Alto San Jorge, una vereda de Mingueo, corregimiento del Municipio de  Dibulla, donde además otras 36 familias también se suman  al número de víctimas de la huella paramilitar.

Los Ko´ii, aumentaron las amenazas. El asesinato de otros miembros de la comunidad de Uuchou, hicieron crecer los miedos, - “no quise salirme  de mi territorio, pasamos muchos sufrimientos, tampoco mi esposo se quería venir, pero por ver que desaparecieron a otros de la comunidad,  nos venimos, perdimos nuestro ganado, burros, caballos, mulas y mis corotos en la sierra de Uchouu”.

Para salvar su vida y la de los suyos recorrió 24 horas, unas a pie, otras en mulas y finalizó su trayecto en carro para llegar a la finca El Principio, hoy denominado comunidad indígena wayuu Wepiapa, - “mi esposo nos recogió de la sierra con nuestras hijas, estaba lloviendo fuerte, con rayos. En el carro nos acostamos para no ser vistos por los  Ko´ii porque nos sentíamos  perseguidos”. - Su último día en Uuchou fue de lágrimas, no sólo  perdió sus bienes, porque junto a su salida la vivienda que habitaba fue incendiada. Perdió su dignidad de mujer wayuu, perdió su sangre, perdió a su hijo.

Su esposo Manuel Amaya, que le acompañó en esta amarga experiencia y con quien recorrió selvas, ríos y ciudades buscando a su hijo,  se enfermó de cáncer  en la  columna y de próstata, pero el cáncer que lo consumió más rápido, fue  el sufrimiento de no saber sobre su hijo desaparecido, fue el cansancio de una búsqueda sin pistas que lo mató un año  después  de su  llegada a la comunidad de Wepiapa.

Antonia Ipuana, junto a su cuñada Aminta Jayaliyu, iniciaron un proceso  organizativo para que le reivindicaran  sus derechos colectivos como indígenas. - “Aquí vivo como wayuu que soy, de mis tejidos, cuando me mandan a hacer chinchorro, mochilas” y de apoco con muchos esfuerzo lograron que el estado dejara de llamar su asentamiento finca para denominarla Comunidad Wayuu Wepiapa.  

Sus temores siguen vivos y  con su voz nostálgica cuenta toda las veces el kasachiki que vivió. Tiene 30 nietos que protege  con sus conocimientos de medicina tradicional wayuu, afirma que no ha sido informada sobre el proceso de paz o las desmovilizaciones de los paracos - “no creo en eso,  no veo televisión, y ese temor que yo tengo esta clavado en mi para siempre”.

Las promesas gubernamentales enmarcadas en el proceso de paz con los paramilitares y en el actual contexto con la guerrila, pareciera que olvidaran el camino para reparar  los daños y las vivencias causadas a Antonia y a su familia. El proceso de paz lo teje ella misma cuando les enseña a sus nietos su ser wayuu, que el dolor y las desesperanzas te dan fuerzas para buscar la vida en lugares desconocidos.


Las esperanzas se incendiaron y las cenizas del recuerdo le permiten a Antonia desear que todos los hijos que salgan de sus casas a trabajar regresen a comerse la comida caliente, con que su madre les espera. Ese sueño lo reviven las exigencias que sus hijas, sobrinas y nietas tienen en sus reclamos para con el estado colombiano.